Catalina Lasa del Río, entre el amor y el escándalo
La leyenda de la bella Catalina Lasa, en su tiempo considerada la mujer más hermosa de Cuba, no se apaga ni con el paso del tiempo. “La maga halagadora”, como la nombraron los periódicos de su época fue una mujer que rompió con todas las conveniencias sociales que la rodeaban.
Catalina se casa por primera vez con Luis Estévez Abreu, hijo de la patriota Marta Abreu y Luis Estévez Romero, primer vicepresidente de la República de Cuba. De esta unión nacieron 3 hijos. A pesar de estar casada no renunciaba a ser centro de atención en bailes de la alta sociedad y concursos de belleza.
Cuándo conoció al hombre que cambiaría para siempre su vida, Juan Pedro Baró, no se sabe con certeza. Baró era un rico hacendado criollo, famoso por su fama de conquistador y también casado.
El caso es que estos dos personajes se enamoraron y el amorío estalló cuando una tía del entonces marido de Catalina, descubrió todo a través de un detective. La pareja tenía alquilada una suite en el hotel Inglaterra y cuentan que la dama tuvo que salir entre sábanas para no ser atrapada in situ.
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Una vez el romance se hizo notorio, ella abandonó a su esposo y ambos no temieron mostrarse en público. Una anécdota cuenta que en una ocasión fueron al teatro Nacional y todos los presentes abandonaron la sala y dejaron sola a la pareja. Pero la orquesta siguió tocando y al final de la función, Catalina premió el gesto lanzando todas sus joyas a los músicos.
Ante el repudio social se refugian en París, donde eran parte de lo más selecto de la sociedad. La familia de su marido la denuncia a la mismísima Interpol y se ven obligados a huir disfrazados a Italia. Allí logran que el Papa los reciba, anule el matrimonio anterior de ella y bendiga su unión.
Al año siguiente, el presidente cubano García Menocal aprobó el divorcio y Catalina y Juan Pedro se reincorporaron poco a poco a la sociedad habanera, hasta retornar completamente en 1926.
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Baró mandaría a edificar un palacete en la avenida Paseo en el Vedado dedicado a su esposa. Fue construida con arenas del río Nilo y en los jardines mandó a sembrar una rosa única llamada Catalina Laza. La ejecución corrió a cargo de la constructora estadounidense Purdi and Anderson, mientras la decoración de los salones principales estuvo a cargo de la parisina Casa Dominique. El edificio hoy es la sede de la “Casa de la Amistad”.
Luego de mudarse a la lujosa residencia, la salud de Catalina empezó a deteriorarse, se trasladó a Francia para su tratamiento y allí falleció en 1930.
Su cadáver fue sometido a un proceso de embalsamamiento y fue trasladado a Cuba. El panteón que albergaría para siempre sus restos mortales costó medio millón de pesos.
Tanto la mansión como el mausoleo han sufrido por inescrupulosos saqueos, pero lo que nadie ha logrado desaparecer es el legendario escándalo de amor entre Catalina Lasa y Pedro Baró.